Dune
► «Quién
se somete, domina».
► «—Dijo
que un gobernante debe aprender a persuadir y no a obligar. Dijo que debe
ofrecer el hogar más confortable y el mejor café del mundo para atraer a los
mejores hombres.
— ¿Cómo
imagina que tu padre ha atraído a hombres como Duncan y Gurney? —preguntó
Hawat.
Paul se alzó
de hombros.
—Después
dijo que un buen gobernante debe aprender la lengua de su mundo, que es
distinta para cada mundo. Y yo creí que con esto quería decirme que en Arrakis
no hablan galach, pero me dijo que no era eso en absoluto. Hablaba del lenguaje
de las rocas y de las cosas que crecen, el lenguaje que uno no puede oír sólo
con los oídos. Y yo le dije que eso era lo que el doctor Yueh llama el Misterio
de la Vida.
Hawat
sonrió.
—¿Y cómo se lo
tomó ella?
—Creo que se
puso furiosa. Dijo que el misterio de la vida no es un problema que hay que
resolver, sino una realidad que hay que experimentar. Entonces le cité la
Primera Ley del Mentat: “Un proceso no puede ser comprendido más que interrumpiéndolo.
La comprensión debe fluir al mismo tiempo que el proceso, debe unirse a él y
caminar con él”. Esto pareció dejarla satisfecha».
► «—Excelente
la velocidad —dijo—. Pero te has abierto completamente para ser ensartado con
un golpe a fondo.
Paul
retrocedió, irritado.
—Debería
azotarte el trasero por tu imprudencia —dijo Halleck. Tomó un kindjal
desenvainado de encima de la mesa y lo blandió—. ¡Esto, en manos de un enemigo,
hubiera podido hacer verter toda tu sangre. Eres un alumno bien dotado, pero
nada más, y siempre te he avisado de que ni siquiera jugando dejes que un
hombre penetre en tu guardia con la muerte en la mano.
—Creo que hoy
no estoy de humor para esto —dijo Paul.
—¿Humor? —la
voz de Halleck sonó ultrajada incluso a través del filtro del escudo—. ¿Qué
tiene que ver tu humor con esto? Uno
combate cuando es necesario… ¡no cuando está de humor! El humor es algo para el
ganado, o para hacer el amor, o para tocar el baliset. No para combatir».
► «—La
educación viene de la ciudad, la sabiduría del desierto».
► «Pensad
en el hecho de que el sordo no pueda oír. ¿Acaso hay alguien que pueda decir
que él no esté sordo? ¿Acaso no nos falta un sentido para ver y oír el otro
mundo que está a nuestro alrededor?».
► «Muchos
han hecho notar la rapidez con que Muad’Dib aprendió las necesidades de
Arrakis. Las Bene Gesserit, por supuesto, conocen los fundamentos de esta
rapidez. Para los demás, diremos que Muad’Dib aprendió rápidamente porque la
primera enseñanza que recibió fue la certeza de que podía aprender. Es horrible
pensar cómo tanta gente cree que no puede aprender, y cómo más gente aún cree
que el aprender es difícil. Muad’Dib sabía que cada experiencia lleva en sí
misma una lección».
► «La
proximidad de una cosa deseable hace tender a la indulgencia. Ahí acecha el
peligro».
► «Debería
existir una ciencia del descontento. La gente necesita tiempos difíciles y de
opresión para desarrollar sus músculos físicos».
► «Arrakis
enseña la actitud del cuchillo... cortar lo que es incompleto y decir: “Ahora
ya está completo porque acaba aquí”».
► «Todo
hombre que se refugia en una caverna con una sola salida merece la muerte».
► «Muad’Dib
podía realmente ver el futuro, pero hay que comprender que su poder era
limitado. Pensad en la vista. Uno tiene los ojos, pero no puede ver sin luz. Si
uno está en el fondo de un valle, no puede ver más allá de este valle. Igualmente
Muad’Dib no podía mirar siempre en el misterioso terreno del futuro. Nos dice
que cualquier oscura decisión profética, tal vez la elección de una palabra en
lugar de otra, puede cambiar totalmente el aspecto del futuro. Nos dice “la
visión del tiempo se convierte en una puerta muy estrecha.>> Y él siempre
huía de la tentación de escoger el camino claro y seguro, advirtiendo: “Este
sendero conduce inevitablemente al estancamiento”».
► «Piensa
en el cuchillo y no en la mano que lo empuña. El cuchillo es más peligroso que
la mano, y tan pronto puede encontrarse en la derecha como en la izquierda».
► «Soy
como una persona cuyas manos han permanecido paralizadas durante toda su
vida... hasta que un día vuelve a ellas la habilidad de moverse y percibir
sensaciones.
Y yo digo: “¡Mira!
¡Tienes manos!” Pero la gente a mi alrededor me pregunta: “¿Qué son las manos?”».
► «En
las profundidades de nuestro inconsciente hay una opresiva necesidad de un
universo lógico y coherente. Pero el universo real se halla siempre un paso más
allá de la lógica».
► «Hay en todas las cosas un ritmo que es
parte de nuestro universo. Hay simetría, elegancia y gracia... esas cualidades
a las que se acoge el verdadero artista. Uno puede encontrar este ritmo en la
sucesión de las estaciones, en la forma en que la arena modela una cresta, en
las ramas de un arbusto creosota o en el diseño de sus hojas. Intentamos copiar
este ritmo en nuestras vidas y en nuestra sociedad, buscando la medida y la
cadencia que reconfortan. Y sin embargo, es posible ver un peligro en el
descubrimiento de la perfección última. Está claro que el último esquema
contiene en sí mismo su propia fijeza. En esta perfección, todo conduce hacia
la muerte».
► «—Da
el menor número de órdenes posible – le había dicho su padre hacía tiempo…
mucho tiempo -. Una vez hayas dado una orden con respecto a algo determinado,
siempre tendrás que seguir dando órdenes sobre lo mismo».
► «Quien
puede destruir algo es quien realmente lo controla».
► «En
combate, espera sólo aquello que ocurre. De este modo nunca serás sorprendido».
► «Hasta
ahora sólo habían conocido victorias, y esto, se dijo Paul, podría ser una
forma de debilidad».
► «Se
sintió vacío, una cáscara sin emociones. Todo aquello que tocaba era muerte y
dolor. Era como una enfermedad que podía difundirse por todo el universo».
► «Era
un guerrero y místico, feroz y santo, retorcido e inocente, caballeroso,
despiadado, menos que un dios, más que un hombre. No se pude medir a Muad’Dib
con los estándares ordinarios. En el momento de su triunfo, adivinó la muerte
que le había sido preparada, y no obstante aceptó la traición. ¿Puede uno decir
que lo hizo por un sentido de justicia? ¿Cuál justicia entonces? Porque hay que
recordar que ahora estamos hablando del Muad’Dib que ordenó que sus tambores de
batalla fueran hechos con las pieles de sus enemigos, el Muad’Dib que negó
todas las convenciones de su pasado ducal con un simple gesto de la mano,
diciendo sencillamente: “Yo soy el Kwisatz Haderach. Esta es una razón
suficiente».
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