¡Calla!
¡Nadie
nos ve! Los hierros de tu reja
me
servirán de escala;
en su
crespón la noche nos envuelve.
—¡Sí;
pero calla!
—Nadie
nos oye; el aire se ha quedado
dormido
entre las ramas;
todo es
en derredor silencio y sombra.
—¡Sí;
pero calla!
—¡Juro,
puestos mis labios en tus labios,
amarte
con el alma;
juro
ser tuyo como tú eres mía...
—¡Sí;
pero calla!
1876
Manuel del Palacio
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