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viernes, 14 de febrero de 2014

Leopoldo Lugones - Nebulosa Thulé

Nebulosa Thulé

Vamos, oh reina, unidos por los labios
con la gran cabalgata de las fugas,
cuyas enormes yeguas
van abriendo la noche de las tumbas
con sus pechos de bronce, sumergidos
como náufragas proas en la bruma!
Mi palacio es un féretro de plata
propicio a los ensueños de las nupcias;
un gran palacio lóbrego, más rico
que los Emperadores; una tumba
vibrante con las nobles armonías
que dan los vientos en sus liras truncas.
Une tu frágil esqueleto al mío
para soñar la vida, oh reina rubia!

Los astros son propicios; en el cielo
la Cruz del Sur sobre la noche apunta,
i la esplendente conjunción de Venus
favorece los lechos y las cunas.
El astrólogo hará sobre tu pelvis,
sagrario de marfil de mis angustias,
un signo heroico i atará tu velo
con la estola ritual de su casulla.
I verás mis estrofas relucientes
cual panoplias suntuosas, que las yuntas
de bravíos puñales ornamentan,
i danzarán mis odaliscas nubias
con las cejas doradas, i teñidas
en añiles cerúleos las uñas,
mientras la blanca dama de Hohenzollern
un faisán de oro en su balcón despluma.
I me darás tus labios (oh tus labios
carnales i sabrosos como frutas,
viviendo en tu esqueleto descarnado!)
i sangrará una intensa mordedura
sensual; i sobre el hierro de mi peto
reposará tu calavera rubia,
como imperial medalla de oro antiguo,
con que condecoraron mi armadura;
i con la triple cimera de mi casco
te dará el viento de sus grandes plumas.
I tras de las ebúrneas costillas
(así dos aves que aprisionan juntas
en una jaula de dorados hierros)
se verá palpitar como hojas mustias
nuestros dos corazones; i tus manos
sonarán en mis vértebras agudas,
i ambiguamente cubrirá tu velo
fúnebres suspicacias en la tumba.


I ante el cielo que anega
en azul de pupila la nocturna
serenidad cruzada por los orbes,
mientras canta la paz de nuestras nupcias
un soneto macabro, que instrumenten
catorce tibias huecas con su música,
mientras silba el cordel patibulario
i el esquilón la media noche anuncia:
sobre el fiero carmín de mis heridas,
que honrarán luengas crónicas de lucha,
caerá el polvo de oro de tus besos:
i mirarán los seres de la bruma
bajo un sauce que crispa sus follajes
(como haciendo la rueda a las estrellas)
bajo un sauce que vela dos angustias,
unirse nuestros huesos, como rimas
de una estrofa completa, oh reina rubia:
Bajo un sauce de plata, protegidos
por el inmenso escudo de la luna.

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