Nieve florida
Nevó y sobre la tierra descendió blandamente,
cuajando en la nevada su luz el cielo en flor.
Así, cuando la noche palideció al Oriente,
todo era sombra, arriba; y abajo, todo albor.
Albor de blandas felpas y de argentinos tules
que a la noche tendieran un lecho de jazmín,
donde ella dejó al irse largas sombras azules,
y un nimbo de gran ángel, más azul, al confín.
Frescor de madreselva tenía el aire leve.
Abría sendas místicas la blanca soledad.
Y en la inmensa azucena lánguida de la nieve
se inclinaba el silencio desde la eternidad.
Leopoldo
Lugones
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