Alba invernal
Sonrojaron la penumbra tus rumores,
que en la fría leche se cuajaron,
y al rozar el tiempo acristalado
tus dedos se doblaron en agudo.
Denunciaste en las tumbas un lanudo
sayal que aderezó las desnudeces
de los restos, devotos, cuyas preces
invocaron noches antes a sus dioses.
Los fantasmas se rieron en mi boca,
y mis ojos disfrazaron sus caricias
en el mudo espasmo de mi asombro.
Como en sueño, preso en tu desdoro
dejé mi fiero orgullo, y las rodillas
rendí a tu armonía en las frondas.
Hazel Messiatz
(12/01/2012)
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