Anuncio de nieve sobre fuego y sombra
Noches eternas, preñadas de
magia
y silencio.
El eco de unos pasos se
disuelve
entre dulces volutas y besos
robados.
El cielo arde en tonos
sulfurosos
que muerden, rabiosas, las
nubes
cargadas de exánimes lluvias.
La brisa se enreda en los
cabellos
y araña los ojos de la
memoria:
sonrisas que se extinguen
separadas.
Un eco de ámbar y azabache
persigue espectros de esquina
en esquina
como un gato que jugase con
las luces.
El aroma de la muerte
palpita en la carne desnuda,
hollada por bocas de semáforo
y garras de asfalto.
Tendido, solitario, bajo un
sauce,
mientras la luna riela entre
las olas,
custodiada por nimbos de
tormenta,
un triste copo se ahoga en su
abandono.
Hazel
Messiatz (13/03/2014)
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