«Salomé»
En el palacio hebreo, donde el
suave
humo fragante por el sol
deshecho,
sube a perderse en el calado
techo
o se dilata en la anchurosa
nave,
está el Tetrarca de mirada
grave,
barba canosa y extenuado pecho,
sobre el trono, hierático y
derecho,
como adormido por canciones de
ave.
Delante de él, con veste de
brocado
Estrellada de ardiente
pedrería,
Al dulce son del bandolín
sonoro,
Salomé baila y, en la diestra
alzado,
Muestra siempre, radiante de
alegría,
Un loto blanco de pistilos de
oro.
Julián del Casal
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