El ibis
Viene el ibis faraónico; es
hierático su estilo;
de carmín pinta sus ojos, viste
el pico de negrura,
y una pluma de sus alas, de
dramática hermosura,
mata eléctrica, si toca por la
espalda, al cocodrilo.
Mientras ve la luna, empolla
sus crisálidas tranquilo;
en un pie pasa las horas, como
inmóvil escultura;
y, si allá en los horizontes
aparece su figura,
se desborda por cien brazos la
gran ánfora del Nilo.
Comentaron su prestigio de
misterio, encanto y oro,
Juvenal y Zoroastro,
Aristóteles, Diodoro;
su leyenda es una lámpara que
en el tiempo gira y gira.
Paso al ibis, paso al mito de
mentira impenetrable;
paso al ave consagrada de
ilusión inmarchitable;
que, al ser bella, es
religiosa, como el ibis, la mentira.
Salvador Rueda
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