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domingo, 5 de mayo de 2013

Miguel Agustín Príncipe — «El dos de mayo»

EL DOS DE MAYO

Templada está la lira
que la patria infeliz pone en mis manos:
¿Mas qué pedis que os cante, ciudadanos? 
¿El himno del dolor, o el de la ira?
Mi corazón suspira
cuando de MAYO el monumento advierte,
y al recordar el DOS en mi memoria,
ni sé entonar el cántico de gloria,
ni la triste elegía de la muerte.

Ecos pedid de saña,
y saña y hiel rebosarán mis versos,
maldiciendo los númenes adversos
que tanto afligen a la triste España.
¿Cuál de la grande hazaña
que celebramos hoy el fruto ha sido?
Volved los ojos si lo sufre el lloro,
y por vergüenza, si tenéis decoro,
condenaréis el DOS a eterno olvido.

Cinco lustros cabales
transcurridos van ya desde ese día,
y otros cinco cruel la suerte impía
vuestras angustias redobló inmortales.
Cadenas y dogales
el destino guardaba en sus decretos,
contra los padres ya sus ojos fijos:
cadenas y dogal llevan los hijos:
dogal, cadena llevarán los nietos.

Lejos, pues, ciudadanos,
lejos de mi lira malhadada
que en son de queja y nacional balada
vibrar querían mis fervientes manos.
Mientras dormís insanos
de la cadena al exicial arrullo,
no mentéis ese DOS con vuestra lengua,
que es ya motivo de baldón y mengua
el que antes era título de orgullo.

Afligido y opreso
MADRID entonces con dolor gemía,
y sin apoyo en su opresión se vía,
y no a sus bríos renunció por eso.
De Guadarrama el peso
menos oprime la árida campaña
que el gran guerrero a la infeliz Castilla,
y se alzó a su pesar la HEROICA VILLA,
Y arrancó de su asiento la montaña.

Gimiendo el aura zumba
bajo la inmensa mole alzada en alto,
pero al vigor sucede el sobresalto
y vence al fin la colosal balumba.
El monte se derrumba
por do la fuerza mas cede y flaquea,
y MADRID cae con él estremecido,
y sobre el pueblo mísero caido
el estandarte de la muerte ondea.

Tal el osado intento,
tal el éxito fue. ¡Día de gloria,
en que atreverse equivalió a victoria,
y a victoria también el vencimiento!
¿Qué importa el fin sangriento
que coronó la lid con triste modo?
MADRID sucumbe con su mole encima;
pero el monte tambien vuelca su cima,
y es todo ruinas y pedazos todo.

Del inaudito alarde
espantado Murat, mata, aniquila,
y ebrio de sangre, y émulo de Atila,
le excede en lo cruel y en lo cobarde.
¡Triste y horrible tarde!
¡Noche atroz de perfidia y de demencia!
¡Noche en que el tigre víctimas inmola,
y vertiendo feroz sangre española,
a morir como mata se sentencia!

Cruza el aire entretanto
la nueva de catástrofe tamaña,
y brama y ruge enfurecida ESPAÑA, 
y arroja el grito de venganza santo.
De amarillez y espanto
los soldados del déspota cubiertos,
Crucemos, dicen, la enriscada sierra:
¿qué otra elección nos cabe en esta tierra
que huirla vivos o cubrirla muertos?

Huidla, pues, que en vano
vuestro jefe en rencor la frente arruga:
ESPAÑA dijo «CEMENTERIO O FUGA,»
y en vano intenta resistirla insano.
¿No veis del monte al llano
las osamentas blanquear postradas?
Huid, y baste de matanza: el cielo
llenó los votos del hispano suelo:
Las VÍCTIMAS DE MAYO están vengadas.

La atónita cohorte
huye en efecto al Pirineo ingente,
y a la tumba que deja en occidente
sustituye otra tumba allá en el norte.
Justo es que el mal reporte
quien traer quiso el mal. ESPAÑA en tanto
libre será y feliz: ella la tropa
venció que ansiaba encadenar la Europa:
Quién el fruto coger merece tanto?

Mas ¡ay! que ella lidiaba,
y sangre a ríos sin cesar vertía,
y mientras fiera un déspota vencía
el trono de otro déspota elevaba!!!
Generación esclava
que me escuchas cantar.... no hagas ya alarde
de la de MAYO espléndida victoria:
sufre tu suerte, y borra de tu historia
los nombres de DAOIZ y de VELARDE.

Bórralos; que son vanos
tus bríos, PUEBLO, cuando opreso gimes,
y rechazando déspotas sublimes,
los toleras raquíticos y enanos.
Bórralos; que mis manos
se cansan ya de lastimar la lira.
Y por más que venciste Napoleones,
si otro blasón no brilla en tus blasones,
¿qué es tu MAYO y tu DOS? Mengua y mentira.

Déjame, pues; que el labio
voces de rabia y de dolor profiere,
y cuanto más tus glorias cantar quiere,
más tu oprobio recuerda y más te agravio.
Cuando de libre y sabio
añadas el blasón al de aguerrido,
celebra el triunfo que alcanzar supiste:
mas siendo esclavo, miserable y triste,
no hables de gloria! ¡lánzala al olvido!

(1855)

MIGUEL AGUSTÍN PRÍNCIPE

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