El vulgo
Existe,
como Dios, en todas partes,
adulado
del mismo a quien ofende;
juzga
de todo, aunque de nada entiende,
ciencia,
virtud, progreso, industria y artes.
Por más
que de su atmósfera te apartes,
te
envolverá en su red si lo pretende;
no
aplaude al sabio, pero admite al duende;
niega
la fe, pero le asusta el martes.
Rémora
de la humana inteligencia,
cuando
ídolos no forja, los desgasta,
ya por
estupidez, ya por demencia;
tuvo
siglos atrás muy buena pasta;
hoy,
uniendo la astucia a la violencia,
víbora
muerde y elefante aplasta.
1894
Manuel del Palacio
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