Primera
y última. Evolución
I
Calmo
ese techo, surco por
palomas,
palpita entre los pinos y las fosas,
que, justo el mediodía, de fuego arma:
¡El mar, el mar, renaciendo cual siempre!
Para el pensamiento, largo un presente
que percibe de los dioses su calma.
XXIV
Preciso es vivir, el viento se eleva
inmenso, y abre mi libro y lo cierra,
roca, la ola en polvo, a brotar se
arrogue.
Vuelen todas páginas deslumbradas,
rompan olas de aguas regocijadas
el
calmo techo donde pican
foques.
(Traducción
de Fernando Reyes Franzani)
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