Este poema no lo recitamos ayer, pero consideramos que debe estar incluido pese a todo.
Autonomía
A Dios
debí la voluntad que crea,
y
fuerte con su apoyo soberano,
ni
siervo he sido de ningún tirano,
ni soy
eunuco de ninguna idea.
Cuanto
mi corazón ama y desea
defiendo
con la mente y con la mano,
y ni mi
fe se rinde ante el arcano
ni ante
el absurdo mi razón flaquea.
Nunca
de la social hipocresía
cómplice
fui, ni de lisonja vana
el humo
ennegreció mi fantasía;
la
multitud por ídolos se afana,
yo
desprecio los ídolos del día,
que
nacen hoy para morir mañana.
1880
Manuel del Palacio
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